Se me puso a tiro hace muy poco un MacBook de 13 pulgadas de mediados de 2007 (más de 12 años!!), de los blanquitos, con las siguientes especificaciones:
– Core 2 Dúo a 2,16 Ghz
– 2 GB de RAM DDR-2 667 Mhz
– 120 GB de disco duro
– Tarjeta gráfica integrada Intel GMA 950 y pantalla con resolución 1280×800
– Wi-fi a/b/g/n, puerto Ethernet y Bluetooth 2.0
– 2 puertos USB 2.0, Display Port, Firewire 400, etc.
– Teclado estadounidense.
El exterior del ordenador se veía perfectamente cuidado, a excepción de un par de marcas en el plástico de las esquinas, un fallo muy común en los MacBook de poliuretano; la batería estaba completamente muerta (no retenía nada de carga), pero aparentemente nada más.
Su dueño anunciaba que sólo servía para aprovechar sus piezas en la descripción en la web de compra-venta. ¿Porqué se vendía? Según él, se bloqueaba al conectarse a una red Wi-Fi. Quedamos en persona, examiné el equipo y me lancé a por él por 70 euros con la esperanza de que el fallo fuese reparable, bien por software, bien cambiando la tarjeta Wi-Fi.
Incluía cargador original en buen estado, caja original con todos los accesorios, funda de neopreno oficial de Apple y el DVD de instalación de OS X Snow Leopard, que por aquel entonces se vendía por separado. El ordenador, originalmente vendido con OS X 10.4.9 (Tiger), podía llegar a ejecutar oficialmente la versión 10.7.5 (Lion); aunque probablemente pueda soportar versiones superiores convenientemente parcheadas.
Nada más llegar a casa hice una instalación limpia de Snow Leopard aprovechando que tenía el disco a mano. Al concluir la instalación, en un arranque de nostalgia, me puse a explorar un poquito cómo era el sistema operativo más moderno de hace más de una década. Si tú también eres curioso, te diré que está plagado de cadáveres: iChat, iPhoto, Mobile Me…
Y efectivamente, cuando llegó la hora de conectarme a la red inalámbrica de casa, el sistema se quedó colgado. Esperé, y esperé, y desesperé. A golpe de Google, encontré gente con problemas similares que solucionaron desactivando el soporte para IPv6 en la configuración de Red. Y… solución al canto.
Automáticamente el sistema se conectó a la red sin mayores problemas y mis ojos brillaron: por 54 euros adicionales, sustituí la batería por una compatible con la misma capacidad de la original, aunque de color negro. Con 25 euros, compré dos módulos de 2GB para instalar los 4 GB de RAM que supuse que aceptaba como máximo, y por último tiré la casa por la ventana comprando un SSD Samsung QVO 860 de 1 Terabyte (109 euros) le cambié el disco duro por el SSD Crucial M4 de 128 GB que ya tenía por casa (y he reservado el Samsung para otras tareas).
Debo decir sin embargo que el máximo de memoria que acepta el ordenador es de 3 GB, que sigue siendo más de lo que tenía, pero tampoco tanto. Este aumento en la memoria no va a ponerlo a la altura de mi MacBook Pro de 2014, pero sí que se nota un poco más de soltura en el sistema. De todas formas el mayor incremento en velocidad de respuesta viene provocado por el cambio a un SSD, que además con esa capacidad también podrá tener una partición con Windows 10 para ejecutar algunas aplicaciones que no están disponibles en Mac. La batería le ha devuelto al menos un par de horas de la autonomía perdida, dejando el coste total en unos 149 euros (coste del SSD aparte).
Cabe preguntarse por lo tanto si merece la pena la compra. En mi opinión sí, desde luego, aunque por eBay a veces se pueden conseguir MacBooks similares del año 2009, con cuerpo Unibody y que oficialmente llegaban hasta OS X El Capitán. De partida su rendimiento será mejor y aceptan cantidades de RAM DDR-3 mayores (creo que 8 GB), además de tener procesadores ligeramente mejores. Sin embargo, es difícil encontrarlos en perfecto estado. Los que yo he visto se encontraban sin batería, o sin disco duro, algunos presentaban problemas graves en la carcasa o no tenían cargador. En general, te obligarían a comprar o cambiar algún componente u otro, acercando seguramente el coste total a los 400 euros.
Frente a ordenadores nuevos, una visita fugaz a la Fnac de mi ciudad me demostró que aun comprando ordenadores nuevos, no hay nada interesante por debajo de los 400 euros. Algunos de los pocos modelos que cumplen ese requisito incorporan, para más INRI, infames memorias internas de tipo eMMC en lugar de un SSD, algo que es fundamental a día de hoy.
En cuanto al software, si tenemos en cuenta que este ordenador se quedó en OS X Lion, no vamos a poder hacer gran cosa: ninguno de los navegadores más comunes lo siguen soportando y no puedes instalar las últimas versiones de Firefox ni de Chrome. Lo mismo para Office (debes recurrir a la versión de 2011), iMovie, GarageBand, Logic Pro X, Final Cut Pro X, etc. etc. etc.
O localizas versiones antiguas, o Apple te negará la posibilidad de descargarlas desde la Mac App Store si no dispones de un equipo actualizado a versiones más recientes. Por supuesto, existe la posibilidad de parchear las últimas iteraciones del sistema operativo para ejecutarlas en equipos más antiguos, pero de eso ya hablaré más tarde.
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